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Tras el debate generado por el mantenimiento del mismo horario en invierno y en verano, se ha decidido detener estos cambios de hora que se han ido realizando. En un principio, los cambios ayudaban a disminuir el gasto energético, pero las actuales condiciones de vida han hecho que estos cambios incidan en un ahorro muy poco significativo. Esto ha generado la polémica de si realmente obtenemos algo positivo del cambio de hora, sobre todo pensando en cómo afectan patológicamente a la gente.

Sin embargo y pese a que no existen estudios concluyentes de los efectos de los cambios de hora en la salud de las personas, se pueden producir algunas molestias o dificultades de adaptación al mismo. Y es que la exposición a la luz puede regular nuestros ciclos de sueño, y estos pueden afectar el estado de ánimo (podemos estar más tristes, bajos de energía, más irascibles) así como repercutir en los procesos psicológicos básicos (percepción, atención, memoria) y por tanto, en nuestro funcionamiento diario. Un ejemplo de esto lo encontramos en el llamado trastorno afectivo estacional (https://medlineplus.gov/spanish/seasonalaffectivedisorder.html).

Sobre los posibles cambios de horario y las consecuencias psicológicas, habló nuestra compañera Ana Aguilera en informativos de Aragón TV. La aportación se puede consultar en el minuto 1:22 del siguiente enlace.